Si quieres ser un escritor, tienes que hacer dos cosas: leer mucho y escribir mucho.
Las historias constan de tres elementos: Narración: mueve a la historia desde un punto a hasta un punto b. Descripción: crea una realidad sensorial para el lector. Diálogo: los discursos, y palabras que de profieren los personajes, son los que los trae a la vida y los hace interesantes.
La situación que deseas plantear, viene primero. Los personajes vienen después.
Las situaciones más interesantes pueden llegar si te atreves a responder una simple pregunta: qué tal si…
Las mejores historias siempre terminan tratándose de las personas y no sobre el evento que en ellas ocurren.
La descripción comienza en la imaginación del escritor, pero debe terminar en la mente del lector.
El camino al cielo o al infierno está pavimentado con adjetivos.
Procura dejar una meta sobre cuánto escribirás cada día.
Igual a una rutina de ejercicios, comienza escribiendo poco al principio para luego aumentar la cantidad de palabras que debes escribir.
Pide la opinión de alguien y presta atención a sus consejos.
Si puedes hacerlo por diversión, lo puedes hacer para siempre.